El placer de la geometría.
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Trazar una linea recta desde el maset de Enrique hasta las murallas de la ciudad de Morella resulta una tarea fácil sobre el plano, algo más costosa y divertida sobre el terreno. Saco de dormir, esterilla y un plumas por si apretaba el frío durante la noche, allá donde decidiéramos quedarnos a pasarla, ha sido todo el material básico que esta vez nos ha hecho falta. Culla en fiestas. 140 kilómetros de esfuerzo al recto, siguiendo caminos, sendas y ramblas secas, pasando por pueblos en fiesta, abriendo y cerrando decenas de puertas de campos de vacas, y admirando de noche un cielo al que no le cabía ni una sola estrella. y todo esto otra vez, gracias a ellas...