La masificación de los montes, bien debido a macroeventos organizados, bien a la potente industria del ocio hiperventilada por las redes sociales y nuevas tecnologías, han convertido una actividad ancestral de lo más normal y sencilla, en una pasarela de glamour, tiempos a batir y botellines con medicinas. Conseguir las llaves de un museo cuando ha cerrado sus puertas al público, pasear por sus salones vacíos sin ser atropellado por aglomeraciones ni escuchar los gritos del gentío... puede parecer una simpleza, pero te permite admirar tus cuadros favoritos, sin estar sujeto al horario de un grupo de turistas, ni tener que pasar por la taquilla, y como si alguien te pidiera un poco de tu ayuda, poder restaurar a pinceladas con tus manos y mochila, aquello que una parte de la muchedumbre deteriora, abandona y olvida. Tan solo con tus manos y una mochila, además de cabalgar tus montes más preciados y disfrutar tus sendas favoritas, serás coronado si te dejas