De Castellón a Alcossebre en patinete

Hay ocasiones que de alguna forma misteriosa, los astros se confabulan para ayudarte a cumplir con tu sueño. El mío, era desde hacía tiempo, llegar de Castellón a Alcossebre en patinete, descubriendo y llenándome de todas las sensaciones que fuera capaz de cargar en mi mochila.
La jornada comienza bien, llego a la costa y me recibe un sol aun perezoso pero que promete ser espléndido, con un grupo de palmeras que sujetan mi camino a un cielo con capas de azul cada vez más claro.
Por el carril bici recorro todas las playas de Benicassim. A esas horas, la mañana es un remanso de paz y tranquilidad.
Enlazo con la Vía Verde de Oropesa, 5 kilómetros de azúcar y miel, por la sencillez de su recorrido y por lo impactante de sus vistas.
Una vez en Oropesa, huyo, escapo, corro a prisa a través del desierto de cemento y hormigón, que con su inmensa flota de navíos varados en tierra, oxidan el paisaje verbenero y glamoroso de Marina Dor.
Por suerte, encuentro un oasis donde busco refugio, se trata de Torre de la Sal, poblado marinero acosado por el monstruo inmobiliario, que ha logrado permanecer en pie con sus casitas blancas, sus primorosos jardines, sus barquitas remendadas, sus artes de pesca y sus grandes piedras olvidadas redondas como huevos de dinosaurios pulidos por la espuma del mar.
Cruzo el Parque Natural del Prat de Cabanes. Pataleando entre juncos y espejos de agua dulce veo que una pareja de aguiluchos laguneros deciden escoltarme con su vuelo hasta que me ven acercar a la playa de Torrenostra.
Lo que me falta ya hasta Alcossebre es una sucesión de calas y playas que como un gran lienzo azul, me permiten ir pegando todas las sensaciones de colores, aromas, brisas, sonidos, vividas durante la travesía.
Una cosa me queda muy clara, han sido 52 Km. de costa, de auténtico placer al alcance de la mano, sin coches, sin ruidos, sin humos, sin dificultades orográficas que superar, sin excusas para no disfrutarlo en bici y dejar el coche para otras ocasiones, y si como en mi caso además tienes a alguien que te espera al final del viaje … sin comentarios.



Recibimiento al llegar a la playa por el carril bici.


Torre la Sal a la vista.


Llevo la mitad del camino, descanso, trago de agua, fotografías y a seguir. Falta por patalear el mejor tramo.


Camino que conduce a la playa en el Prat de Cabanes.




Mi premio bien merecido, chapuzón en la piscina del camping en su hora punta.






Comentarios

  1. Hoy tengo que decir que ha sido un día de relajación absoluta. Por la mañana he empezado el día viendo las fotos de Yoni, antes de irme a casa por la tarde veo éstas. Ya solo me queda una cosa.... ducharme y tomarme esa cervecita fresquita .......

    Ésto sí que es vida .............

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  2. Veo que sigues disfrutando a tope con el patinete, totalmente despreocupado de que el tiempo pase. Un abrazo.

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