Un paseo por Castroverde (3ª parte y fin)
Hallé mi prado de helechos, donde poder tumbarme a extraer de sus perfumadas hojas, unos versos de sombra que por los troncos de los castaños trepen, hasta posar cada palabra sobre la palma de sus bailarinas hojas, alimentadas por un sol gallego que las acaricia ya fatigado, de perforar las perennes murallas de nubes blancas.
Aquel majestuoso pino, junto a un camino de peregrinos, que pasaban sin detenerse, buscando algo que perdieron hace años de su interior, podría ser el lugar ideal donde sentarme a contemplar mi último atardecer, cogido, de una mano a las que más quiero, de la otra, a un libro abierto, el corazón abriendo el cofre de mis recuerdos, los ojos esperando dejar de estar despiertos.
Caminé junto a uno de los camposantos más pequeños que existen. Tal era la belleza, sosiego y secretismo del lugar, que vinieron a mi mente pensamientos inoportunos, como los de mandar reservar la parte más dócil y sumisa de mis cenizas, para un día junto a aquella puerta poder esparcirlas y descansar en aquel hermoso rincón de reposo, cuando llegara el momento.
Suso: -Oye, David, el año que viene tenéis que venir para más días-.
David. -Ya veremos, falta mucho para el año que viene, no sé como tendré las vacaciones.
S.-Te enseñaría unos cordales… pero para eso necesitamos un par de noches-.
D.-Habrá que pedir permiso a las mujeres, no?
S.-Tranquilo, de eso me encargo yo, y… para que no existan reproches, no me dijiste que Marian tanto había disfrutado, que se había relajado mucho con el paisaje, que con el sonido del agua había desconectado, que no le había parecido tan largo el viaje, que se deleitó con el pulpo y el caldo de berza, que le encantó conversar con Teresa, que pasó de largo del queso de tetilla y cabrales, pues, mira …ya se me ocurre una tasa por quedaros libremente en mi casa,
David. -Ya veremos, falta mucho para el año que viene, no sé como tendré las vacaciones.
S.-Te enseñaría unos cordales… pero para eso necesitamos un par de noches-.
D.-Habrá que pedir permiso a las mujeres, no?
S.-Tranquilo, de eso me encargo yo, y… para que no existan reproches, no me dijiste que Marian tanto había disfrutado, que se había relajado mucho con el paisaje, que con el sonido del agua había desconectado, que no le había parecido tan largo el viaje, que se deleitó con el pulpo y el caldo de berza, que le encantó conversar con Teresa, que pasó de largo del queso de tetilla y cabrales, pues, mira …ya se me ocurre una tasa por quedaros libremente en mi casa,
Dúas noites camiñando por Os Ancares.
D- Aaaaaamen! :-)))
D- Aaaaaamen! :-)))
Al final conseguirás que asome una lagrimita.
ResponderEliminarCementerio, cenizas, último atardecer... por Dios, haced todo lo posible para que podamos estar todos juntos el año que viene. La mesa de negociaciones ya se formará.
Un abrazo.
Suso, qué le has hecho a David que ha venido tan relajado.
ResponderEliminarEspero que te recuperes pronto del esguince.
Ya estoy recuperado. A ver cuando aparecéis por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una pena que no estemos todos un poquito más cerca.
ResponderEliminarTe prometemos montar algo para el año que viene.
La tropa cervecera.
Suso, te puedo asegurar que David ya ha empezado con las negociaciones.
ResponderEliminarEstoy de vuelta: Suso;espero que estes mejor del pie
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