Una tarde cualquiera.

Me sucedió una tarde, que estando en casa tranquilo comiendo, se me fueron las ganas de volver a trabajar, y pensé que lo mejor que podía hacer era salir a tomar el sol dando una vuelta con mi bicicleta. Nada más salir del trastero, me encontré con un sol de frente que aseguraba mi buena decisión. Tomé la Gran Vía dirección sur y...




... tuve que pasar por debajo de un puente estrecho, tan estrecho que los coches que venían por detrás, se esperaban a que yo lo atravesara primero, pues no había espacio para todos.

Luego tomé la antigua N-340 atravesando un viejo puente que afortunadamente tiene un trocito de arcén sucio de unos 40 cm. fuera de la calzada, que hace como de carril bici para poder pedalear seguro. Pero hay que tener cuidado con un viejo poste de señalización que está justo en medio de ese puente. Lo pusieron para que todos los que pasan sepan que estamos circulando por una carretera importante. Si tu bici no tiene el manillar muy ancho... puedes pasar.

Tras rodear una rotonda con forma de huevo, la cual fué diseñada por el gremio de mecánicos y chapistas de Castellón y Vila-real, llego a las afueras de una bella población, que tiene un equipo de fútbol en primera división, Uau!

Me pierdo siguiendo los rayos de sol entre caminos de massets y naranjos. El silencio a esa hora del mediodía es casi tan espectacular como el aroma de los campos y flores que me saludan al pasar.

Continuó pedaleando apaciblemete entre colores, calores y aromas y...

... Recórcholis!!! pero si he llegado a mi trabajo, sin darme cuenta, en sólo 30 minutos, y sin tenerlo planeado.

Si es que...no sólo soy afortunado de poder trabajar, también lo soy de poder hacerlo yendo en bicicleta y de hacerlo en compañia de un entorno y un clima de ensueño.