30 kilómetros, disfrutados lentamente, sin prisas, con delicia, sin obligación ninguna, por el puro placer de compartir pulsaciones con amigos, conversaciones cercanas y agradables, planes de futuro, risas, cansancio, ánimos, frío, bromas, disfrutando del camino, a cada zancada, en cada recodo, escoltados en todo momento, a la derecha por un enorme y expectante lago salado de zinc salpicado de palmeras y playas desiertas, a la izquierda, por cumbres cerradas que amenazaban lo que habían prometido, lluvia, mucha lluvia y en la meta, alguien que nos espera, el premio deseado, el objetivo cumplido, pasó la mañana, pasó en un suspiro, de cálido aliento de vida.